Nunca habíamos visto nada como las Profundidades umbrías.
Nadie lo había hecho, al menos por cientos de años. Pero una vez había gente dentro de esta cadena de islas hipercargadas. Quienesquiera que hayan sido, construyeron un mundo entero para sí mismos en este lugar. El equipo los ha estado llamando los “Corredores del Vacío” basado en una traducción muy preliminar de los jeroglíficos encontrados en el sitio.
Estoy bastante segura de que escuché a uno decir también que creía que “sonaba genial”.
Sé que se trata de una cadena de islas unidas por concentraciones potencialmente letales del poder más peligroso jamás descubierto. Sé que el Vórtice Inexorable lanzó estas rocas a mi ciudad sin intenciones aparentes, ni siquiera las tormentas titánicas de aether hacen cosas intencionalmente. Y sé que hemos completado una docena de estudios del archipiélago incluso antes de atrevernos a mandar un equipo del Observatorio a investigar. Pero el aether tiene una forma de doblegar la ciencia a su voluntad, nos guste o no. Y a pesar de las apariencias, las Profundidades umbrías no son realmente cadenas de islas en lo absoluto. Es solo una isla, dividida en muchas piezas, pero todavía atada por fuertes vínculos aethéricos. Las Profundidades son un lugar, un poder, y una amenaza singular para la ciudad que he venido a considerar como hogar.
Estaba contemplando el archonite umbrío cargado, con su superficie brillante como un portal directamente apuntando al cielo nocturno. Es fácil derivar a un estado casi hipnótico si se le mira por mucho tiempo, como estaba empezando a aprender.
Había comenzado a formular una hipótesis acerca de los efectos de estos cristales cuando un horror inmencionable apareció en mi mente.
Soy una científica. La telepatía es, a todos los efectos, un mito. Lo sé. Pero también sé que mi mente y alma gritaron con una necesidad ardiente de correr, de irme, de huir, AHORA. La parte más antigua de la mente humana, revirtiéndose a forma de lagarto con una eficiencia despiadada en nombre de la supervivencia inmediata. Todo porque algo tocó mi mente. Algo extraño, cruel y muy hambriento.
Por el momento más breve sentí lo que era ser la presa. Saber que yo era una cosa que vive solo para ser perseguida y consumida. Mientras me movía hacía un túnel lateral para unirme al resto del equipo, la presencia oscura y perturbadora se desvaneció, solo para ser reemplazada por una migraña repentina e implacable.
Todavía tengo que determinar exactamente qué causo esa horrible sensación, y mientras volvíamos a nuestra aeronave y zarpamos de vuelta a Ramsgate, no sentí nada más allá de esa primera porción de pesadilla.
Y todavía tengo este maldito dolor de cabeza.